Cambie sus malos hábitos temprano y salve su corazón en el futuro

Cambie sus malos hábitos temprano y salve su corazón en el futuro

Los adultos jóvenes que abandonan sus hábitos malos de salud pueden reducir su riesgo de enfermedad cardíaca a medida que envejecen, ailment sugiere una investigación reciente.

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«Incluso después de que la gente haya llegado a la adultez con algunas conductas malsanas, prescription nunca es demasiado tarde para producir un beneficio para su corazón si cambian esas conductas», aseguró la autora del estudio, Bonnie Spring, psicóloga de la salud y profesora de medicina preventiva de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad de Northwestern.

«Y al contrario, si no mantienen sus conductas de un estilo de vida saludable, y pierden algunas, observaremos efectos adversos en sus arterias coronarias, lo que aumenta el riesgo de enfermedad cardiaca», advirtió Spring.

Aunque muchos estudios han mostrado que las conductas malsanas están vinculadas con los problemas cardiacos, hay menos estudios que han observado si cambiar los malos hábitos podría tener un buen efecto, anotó.

La opinión general es que la gente no cambia, añadió Spring. Halló que esto no siempre es verdad, y que el cambio planteaba una diferencia.

«Lo importante de esto es que si se ha llegado a la adultez y se tiene un estilo de vida malsano, uno no está condenado a sufrir de enfermedad cardiaca», aseguró Spring. «Si hace cambios saludables, se puede reducir el riesgo».

El equipo de Spring siguió las conductas de salud de más de 3,500 hombres y mujeres inscritos en el estudio Desarrollo del riesgo de la arteria coronaria en los adultos jóvenes (CARDIA, por sus siglas en inglés). Los investigadores evaluaron a los participantes cuando tenían de 18 a 30 años de edad, y una vez más 20 años más tarde, buscando cambios que predijeran enfermedad cardiaca, como la calcificación de los vasos sanguíneos.

Los investigadores observaron cinco hábitos saludables: no tener sobrepeso, no ser fumador, ser físicamente activo, tener una ingesta baja de alcohol y tener una dieta saludable (lo que se definió como una dieta baja en grasa y rica en calcio, fibra y potasio).

Al inicio del estudio, menos del 10 por ciento de los hombres y mujeres jóvenes reportaron cumplir con los cinco hábitos saludables. Con el tiempo, el 25 por ciento de los hombres y de las mujeres realizaron cambios saludables en el estilo de vida. Alrededor del 35 por ciento permanecieron igual con respecto a los hábitos de salud, y el 40 por ciento tuvieron menos hábitos saludables con el tiempo.

Mientras más hábitos saludables se añadieron, menor fue el riesgo de enfermedad cardiaca, hallaron los investigadores. «No podemos afirmar que haya causalidad», dijo Spring, porque el estudio solo halló una asociación entre ambas cosas.

Pero mientras más hábitos saludables se añadieron, más bajo era el riesgo de hallar señales tempranas de problemas cardiacos, explicó. Mientras más se descartaban, mayor era el riesgo.

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Por ejemplo, los que mantuvieron los mismos hábitos durante los 20 años tenían un riesgo de casi un 20 por ciento de presentar las señales tempranas de enfermedad cardiaca en el vigésimo año del estudio. Los que descartaron tres o cuatro hábitos saludables tenían un riesgo de un 32 por ciento de presentar las señales tempranas de enfermedad cardiaca. Y los que añadieron tres o cuatro hábitos saludables redujeron el riesgo a apenas un 5 por ciento.

¿Qué se debe hacer primero? Los dos hábitos con el mayor efecto fueron mantener un peso sano y no fumar, dijo Spring.

Esos dos hábitos podrían haber mostrado el mayor efecto simplemente porque son más fáciles de medir, planteó Spring. Aún así, sugirió que esos dos hábitos son un buen punto inicial.

El estudio aparece en la edición del 1 de julio de la revista Circulation y fue financiado por los Institutos Nacionales de la Salud de EE. UU.

Un experto anotó que el estudio muestra que las elecciones de estilo de vida realizadas a inicios de la adultez podrían hacer toda la diferencia.

«Este nuevo estudio aporta nueva información sobre cómo los cambios en el estilo de vida entre los 18 y los 30 años influyen en los próximos 20 años», comentó el Dr. Gregg Fonarow, profesor de medicina cardiovascular y ciencias de la Facultad de Medicina David Geffen, de la Universidad de California en Los Ángeles.

Aunque la investigación ha mostrado que los hábitos malsanos aumentan el riesgo de problemas del corazón, apuntó Fonarow, «no ha sido bien estudiado para determinar cómo los cambios en el estilo de vida en la adultez temprana impactan en el desarrollo subsiguiente de la aterosclerosis [endurecimiento de las arterias] y el riesgo cardiovascular».

Los hallazgos, dijo, «sugieren que nunca es demasiado pronto para adoptar un estilo de vida saludable, y que incluso los que comienzan mal pueden revertir su riesgo cardiovascular al elegir opciones de estilo de vida favorables en la adultez temprana».

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Bonnie Spring, Ph.D., professor, preventive medicine, Northwestern University Feinberg School of Medicine, Chicago; Gregg Fonarow, M.D., Eliot Corday Professor of Cardiovascular Medicine and Science, David Geffen School of Medicine, University of California, Los Angeles; July 1, 2014, Circulation.

El peligroso cóctel químico de nuestra alimentación diaria

El peligroso cóctel químico de nuestra alimentación diaria

Las peligrosas dioxinas están consideradas como uno de los peores tóxicos fabricados por el hombre. Son altamente cancerígenas y afectan de manera grave a nuestro sistema hormonal.
Ante hechos como este cabe preguntarse ¿es segura nuestra comida diaria?, stomach ¿realmente sabemos lo que llega a nuestros platos?, ¿las sustancias químicas añadidas, qué incorporan?
Y es que muchos de los polímeros, sustancias que componen los envases de plástico que solemos utilizar en el hogar, también están en el punto de mira.
El PVC, poliestireno y bisfenol A son los más conflictivos y los que mayor números de efectos peligrosos tienen para nuestra salud, según recientes estudios científicos. El tereftalato de polietileno es el componente de botellas de agua, zumo o leche, entre otros productos.
LOS FAMOSOS ‘E’. Colorantes, conservantes, antioxidantes, edulcorantes, emulgentes, espesantes y gelificantes, entre otras sustancias, forman parte del cóctel químico que ingerimos a diario en los alimentos. Son los llamados aditivos, que en las etiquetas de los productos aparecen con una E- seguida de un número. Alguno de ellos, como el edulcorante ciclamato E-952, fue prohibido en Estados Unidos por cancerígeno. Otros aditivos conflictivos son los E-102, E-104, E-110, E-122, E-124 y E-129, que según un reciente estudio están asociados al síndrome de hiperactividad en los niños.
En la industria alimentaria se observa “un abuso de aditivos, sustancias sintéticas que se ocultan tras los conocidos E-, cuyas funciones podrían conseguirse con productos de origen natural. Con estos aditivos sintéticos se trata de abaratar costes y prolongar la vida del producto en la estantería del supermercado.
Las etiquetas de muchos alimentos no son claras sobre contenido en aditivos o incluso sobre si son de origen transgénico, y las industrias que las usan se amparan en la legalidad del uso de aditivos. Lo cierto es que muchos de esos productos no tienen los estudios a suficiente largo plazo para que aseguren que son inocuos para la salud. Tampoco se han estudiado los efectos de las sinergias, el efecto nocivo que podría aparecer por la suma de varias de estas sustancias.
Los consumidores, a la hora de comprar alimentos, apostar por “productos ecológicos, artesanos o caseros”, libres de aditivos y producidos de forma natural, sin pesticidas químicos.

Los riesgos de los envases 
Las bandejas de corcho blanco para alimentos, que vemos en los congeladores del súper, están fabricadas con poliestireno, una sustancia que es absorbida con mayor facilidad por las grasas. Se le atribuyen efectos nocivos en el sistema endocrino y posiblemente cancerígenos.
El polémico bisfenol A se usa en los recubrimientos interiores de algunas conservas y en envases de comidas preparadas para calentar en microondas. Se etiqueta a este material como tóxico para el organismo humano y, de hecho, la UE, aplicando el principio de prudencia, prohibió su uso en biberones y otros útiles de puericultura.
Los ftalatos son unos compuestos químicos que se usan en la fabricación del plástico film y como elemento añadido al papel de aluminio. Suelen utilizarse como envoltorio plástico para conservar alimentos. Causan alteraciones renales y según la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos son sustancias cancerígenas.

La solución es informarse
Si bien hay que tener en cuenta que el carácter complejo de la seguridad alimentaria hace difícil al profano, en muchos casos, el tener una idea clara del peligro sobre el que se informa
Hay que mentalizar al consumidor de que para que se autorice una sustancia alimentaria ha de pasar varios controles de seguridad muy estrictos.

 

Fuente: www.diarioecologia.com

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