Dieta vs. Cambio de Hábitos

Dieta vs. Cambio de Hábitos

Modificar nuestra conducta alimentaria, mantenernos físicamente activos y lograr una buena adaptación al estrés, son los pasos necesarios hacia la erradicación definitiva de la obesidad.

Esta altamente demostrado que una dieta aislada por más efectiva que esta sea, no alcanza para realizar un adecuado tratamiento.

La palabra “dieta”, ya de por si impone un límite, “algo que hago por un tiempo”. Lo que debemos incorporar son cambios de hábitos de vida y estos son para siempre.

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Recomendaciones  básicas para comenzar con los cambios de hábitos:

Realizar las cuatro comidas principales. Mantiene el metabolismo activo y proveen a nuestro cuerpo de toda la energía necesaria. Establecer anticipadamente los momentos para las cuatro comidas principales según las actividades del día, de esta manera evitará omitir alguna de ellas. Para prevenir períodos prolongados, incorpore colaciones de alimentos en porciones chicas. Así mantiene la saciedad llegando con menos hambre a la siguiente comida, además de permitir un gasto de energía más eficiente.

Comenzar el día con un desayuno completo en nutrientes y energía. Incluye, lácteos descremados (leche o yogur, quesos magros), frutas (frescas o jugos), y cereales (panes integrales , galletas bajas en grasas.). Si desea puede incluir mermeladas y dulces, cuidando la cantidad. Está científicamente comprobado, que desayunar contribuye a tener menos hambre en el transcurso de la jornada, posibilitando un mejor nivel de respuesta intelectual, física y emocional.

Armarse un ambiente seguro de “Autocontrol”. Seleccionar los alimentos más convenientes para tener a mano y evitar tener a disposición los menos convenientes.

Incorporar a diario frutas y verduras, crudas y cocidas, variando su tipo y color. De este modo nos aseguramos aporte de fibras, vitaminas y minerales, en pocas calorías.

Hidratarse a lo largo del día, principalmente a través del agua y con líquidos sin calorías. Infusiones, mate sin azúcar, jugos naturales, caldo de verduras, bebidas y jugos light, en menos proporción.

Poner nuestro cuerpo en movimiento, para ser físicamente más activos. No solo a través de rutinas específicas de entrenamiento en gimnasio, sino también a través de caminatas espontáneas, subir escaleras, del baile, andar en bicicleta , tareas domesticas, etc.

Reservar algún momento especial del día o la semana para relajarse de la manera que más nos agrade. A través de buena música, disfrutar de un paseo, un charla con amigos , o todo aquello que nos permita equilibrar emociones y conectarnos con nuestro cuerpo.

 

Dra. Rosana Viscovig

Área de Nutrión, La Posada del Qenti

 

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