La piel durante el correr de los años sufre cambios, no solo por el paso cronológico del tiempo, sino también por factores externos como el viento, el frío, las radiaciones ultravioletas, el uso de camas solares, la alimentación, el consumo de tabaco, etc. Éstos últimos se traducen en una involución cutánea precoz.
Con respecto a la piel después del invierno podríamos destacar que se caracteriza por la xerosis o sequedad debido a la disminución de la transpiración, calefacción y el cuerpo permanentemente cubierto por ropa. La piel del rostro puede encontrarse enrojecida debido a los efectos del viento y del sol, por lo cual se percibe más sensible que lo habitual y pueden molestar los jabones y las cremas.
Antes de exponer nuestra piel al sol debemos prepararla, brindándole una higiene profunda, humectación, pulido o exfoliación en caso de ser necesario, nutrición y sobre todo una buena y completa protección.Un secreto para la humectación corporal; Cremas con urea, ácido glicólico, vitaminadas y baños de algas.
Dra. Mónica Reyna
Dermatóloga
La Posada del Qenti