El uso (y abuso) de la tecnología en cuarentena: consejos para una alianza sin apego

por | May 18, 2020 | Buenos Hábitos, Entrevistas, Gacetillas

Aislados pero hiperconectados. Así estamos todo el día en casa, con el celular encima, home office full time y la vida social a través de una pantalla. En esta nota, el “manual de uso” saludable de la tecnología, con las claves y consejos de un especialista.

Los humanos somos seres sociales y necesitamos relacionarnos de alguna manera para subsistir, más bien para existir.

Dado que el aislamiento preventivo se basa principalmente en disminuir el contacto físico entre las personas y evitar el contagio del virus COVID-19; es que buscamos la manera de seguir relacionándonos evitando el contacto físico.

Hemos naturalizado el uso de la tecnología con cierta rapidez y facilidad, adaptándonos a la realidad que nos toca y aceptando esta nueva forma de vincularnos virtualmente.

Así empieza su columna exclusiva para Para Ti el ingeniero y coach Miguel Cané,  Gerente General de La Posada del Qenti, Centro de Bienestar Médico pionero en Argentina en Tratamientos Personalizados para el Cambio de Hábitos.

El celular, el nuevo barbijo virtual

Leemos las noticias por internet desde el teléfono, trabajamos desde la computadora, realizamos compras online, charlamos con nuestros seres queridos por videollamada y hasta festejamos un cumpleaños en una videoconferencia. Hoy la tecnología se ha vuelto una aliada.

El teléfono móvil se ha transformado en un elemento esencial, de hecho el 80 % de las personas en el mundo poseen uno. Incluso es más importante que la higiene personal ya que solo el 70% tienen a su alcance un cepillo de dientes (fuente: Jorge Seoane, de SAP BDM Mobil).

Antes del comienzo de la pandemia, el uso promedio de estos dispositivos era de 5 horas diarias, chequeándolo un promedio de 110 veces al día. Hoy se estima que, a causa del aislamiento, habría aumentado más del 60%.

La pantalla del teléfono se ha convertido en una ventana a través de la cual podemos conectarnos con el mundo, fuera de las paredes del encierro y sin riesgo al contagio.

El celular es hoy el nuevo barbijo virtual. Esta nueva forma de comunicarnos a través de mensajes de voz, videos, fotos y emoticones, está reemplazando a nuestra auténtica manera de relacionarnos.

Un beso pasó a ser un emoticón, un saludo se transformó en un mensaje de audio atemporal y un hermoso atardecer en una foto. En la era de los memes, la pandemia digitalizó nuestras emociones.

24 horas de mensajes de Whatsapp

Los adultos enviamos normalmente más de 50 mensajes de Whatsapp por día mientras que los adolescentes mucho más que el doble. Esto aumentó hasta un 120%, porque hoy casi la totalidad de nuestra comunicación es utilizando un medio tecnológico.

Nuestra necesidad de relacionarnos y sentirnos hasta llevó a los científicos a sugerir la práctica de sexo virtual, para reemplazar el contacto físico-amoroso.

Los peligros de la tecnodependencia

Lo que en algún momento supuso un avance tecnológico en compromiso de mejorar la comunicación del ser humano, y que antes de la pandemia nos  esclavizaba, hoy es un aliado de doble filo.

Por otro lado, esta ventana que nos permite comunicarnos con otras personas nos genera una dependencia peligrosa que nos podría afectar física, mental y emocionalmente.

La tecnología por un lado nos ayuda a relacionarnos, y por otro, si la usamos excesivamente, nos daña. A este uso excesivo es a lo que en La Posada del Qenti denominamos “Tecnologinitis”.

Tecnologinitis: la amenaza de una nueva pandemia

Esta nueva dependencia está generando consecuencias graves a nuestra salud, con afecciones en algunos casos irreversibles.

Tendinitis, dolor en cuello y espalda, síndrome del túnel carpiano, ojo seco, dificultad para respirar, dolores de cabeza, insomnio, estrés, vértigo, fatiga y mala digestión son solo algunas de las secuelas relacionadas al uso excesivo de la tecnología.

Hasta la postura corporal está cambiando. El uso permanente del teléfono requiere una nueva forma de pararse, con el cuello inclinado hasta los 60°, lo que equivale a llevar sobre la cabeza 27 Kg de peso.

Por supuesto, además de generar implicancias físicas, la “tecnologinitis” deriva en peligrosas conductas sociales.

“Adictos” al celular y a las redes sociales

La dependencia a las redes sociales genera una ansiedad comparable a la que sufren algunos adictos a las drogas. También aparecen afecciones nuevas como la “Nomofobia” que surge del inglés “no mobile phobia” y está define así al temor intenso e irracional que aparece cuando una persona no tiene su teléfono cerca.

“Ringxiety” es otra palabra nueva relacionada a la adicción al ringtone del smartphone, sobre todo cuando una persona escucha que el teléfono sonó cuando en realidad nunca lo hizo.

“Fomofobia” viene de “fear of missing out”, o sea, el miedo exagerado a perderse de algo que esté sucediendo en las redes.

Pérdida de placer, problemas de pareja y rotura del vínculo familiar son otras de las consecuencias graves que genera la adicción a la tecnología (recientemente declarada como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud).

Un año de soledad (con el celular en la mano)

Pero quizás lo más grave de todo, es que el uso desmedido del teléfono, disrumpe la soledad, amputa la posibilidad de estar realmente solos, de aburrirnos, de pensar en pensar.

Con el teléfono en la mano y el mundo adentro de él, el concepto de soledad ha quedado disminuido a meramente una condición técnica geográfica.

El hecho de no aburrirse elimina todo tipo de requerimiento creativo haciendo que nuestro cerebro ya no tenga la necesidad de crear. La repetición de este hábito está disminuyendo notablemente nuestra capacidad creativa y lo que es peor aún, el uso de las herramientas del teléfono está reemplazando a los razonamientos que antes teníamos, poniendo en riesgo la evolución de nosotros como personas.

La capacidad de orientarnos ha sido reemplazada por el GPS, la memoria visual por las fotos, la lista del súper por un block de notas digital, la agenda por el calendario, el saber por google, la habilidad de hablar un idioma por el traductor automático, el despertador por la alarma y así podríamos seguir con un listado enorme de habilidades que el uso de la tecnología le está robando a nuestro cerebro.

Por supuesto que somos conscientes de todo esto a tal punto que hemos hecho una tregua con la tecnología, la cual hoy se ha vuelto primordial para sobrellevar el aislamiento, a pesar de las consecuencias que trae el exagerado uso que hoy le damos, más por necesidad, que por placer.

Consejos contra los efectos del uso excesivo de la tecnología

La “tecnologinitis” es un mal necesario que vamos a tener que solucionar a medida que volvamos de a poco a los hábitos normales, priorizando el contacto humano por sobre lo virtual.

Mientras tanto, debemos complementar el uso de la tecnología con la actividad física y generar hábitos saludables para minimizar las consecuencias negativas del uso excesivo de la tecnología.

Activar las notificaciones de llamadas y mensajes que realmente requieren de nuestra atención, evitando así los ruiditos molesto que invaden nuestros valiosos momentos de paz.

Salir de los grupos de Whatsapp que estamos por compromiso. De nada sirve estar por estar cuando miles de mensajes repetitivos no aportan nada a tu vida. Con educación y sin romper el vínculo personal uno puede salirse de los grupos que no suman contenido útil y que encima pueden ser transmisores de las famosas “Fake News”.

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